LA OPINION DE GOSSEN
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Julio 29 de 2006 -
Una visión menos favorable de Lucas Caballero, 'Klim', y su papel en la vida colombiana
Klim y su papel en la vida colombiana
Por Alfonso López Michelsen
Registro, no sin sorpresa, que EL TIEMPO, en página editorial, ha vuelto a remover el tema de mis diferencias personales, y no políticas, con Lucas Caballero, en pleitos privados cuyo origen remonta a cuestiones de mi familia. No me ocuparía del asunto si no se me colocara en la ridícula posición de estar buscando quién me defendiera del pintoresco personaje, promoviendo reuniones con Alberto Lleras, Roberto García-Peña y Abdón Espinosa, para implorar moderación de parte de Caballero, cuando lo sucedido fue a la inversa.
EL TIEMPO se permitió, en 1976, estimular indirectamente una secesión de San Andrés y Providencia, dizque porque el Gobierno no hacía nada por el Archipiélago. Y un cronista, que fue a pasar la luna de miel y no tuvo agua o electricidad debido a un daño ocasional, resolvió volverlo tema de oposición a mi gobierno e ir al extremo de llegar a justificar el separatismo. El suscrito, para poner término a semejante abuso, aprovechó, pocos días después, una reunión de mujeres para condenar, por traición a la patria, en los términos más enérgicos, el mentado artículo.
Cuál no sería mi sorpresa al despertar con una llamada del doctor Abdón Espinosa, ministro de Hacienda, en la que me anunciaba la renuncia de su cargo por lo inadmisible de mi artículo frente al periódico EL TIEMPO. Le expliqué mis razones y me confesó que no había leído el artículo en cuestión, pero que insistía en su renuncia. Le anuncié no solo que la aceptaba sino que yo también renunciaría para protestar públicamente contra la tentativa de crearme, por razones políticas, un problema de integridad territorial. Palabras más, palabras menos, el doctor Espinosa me propuso que tuviéramos una conferencia con Lleras, García-Peña y su persona, y con algunos miembros de la familia Cano, a lo cual me opuse porque la razón de la presencia de estos últimos era la de que dizque yo había ordenado revisar su declaración de impuestos para vengarme por un editorial contra el gobierno. Y como no era cierto que yo hubiera enviado a funcionario alguno a revisar la declaración de impuestos de El Espectador, me negaba a dar explicaciones de ninguna clase. Atendiendo la iniciativa del doctor Espinosa, la reunión se celebró.
Lo demás fue una conversación que culminó en que era mejor no querellarnos y se tocó el tema de Caballero sin que yo invocara moderación o compasión para conmigo, ya que llevaba más de treinta años de "echarnos vainas", como se dice en Bogotá, con la rama Calderón de los Caballero. Prueba de ello es el artículo que transcribo y que suscitó un plebiscito a mi favor en Bogotá, cuando llevaba por título '30 años en perjuicio de los colombianos', plagiando el eslogan de la Compañía Colombiana de Seguros '30 años al servicio de los colombianos'.
Algo le debió decir Alberto Lleras a Caballero sin mi consentimiento, porque cambió de tema y durante semanas enteras embistió contra el ex presidente, alegando que él y sus parientes habían sido amenazados con ser suspendidos de EL TIEMPO si continuaban atacando. Falso de toda falsedad, porque francamente el tal 'Klim' no me quitaba el sueño.
Mi artículo, el día de Acción de Gracias, decía así: "Durante 30 años lo auténticamente colombiano, con sus limitaciones y defectos, ha sido ridiculizado por el señor Lucas Caballero, desde su ángulo de señorito bogotano, tratando de zaherir al antioqueño por lo antioqueño, al costeño por costeño, al tolimense por opita, como se nos aconsejaba que no lo hiciéramos con aquellos condiscípulos que en el curso de los años han demostrado que, no obstante ser provincianos, valen más que muchos de nosotros. ¿Qué culpa tiene el calentano que viene a Bogotá de no saberse vestir con el primor con que lo hacen nuestros señoritos? ¿Hay acaso algo deshonroso en equivocarse sobre el color de los zapatos, del chaleco o de la corbata para hacerse acreedor a la carcajada nacional, propiciada desde la Gran Prensa, cuando el Sumo Pontífice, Caballero Calderón, encargado de definir qué es 'cursi', o qué es 'lobo', deja caer su condenación en forma de burlas sangrientas?
"En alguna ocasión, durante la dictadura, algún amigo nos habló en México de la posibilidad de que el señor Lucas Caballero pudiera desarrollar su talento de humorista en uno de los grandes diarios de la capital azteca. Tuvimos la intención de llevarle al director de uno de los periódicos los escritos de nuestro compatriota, para darle una muestra de sus múltiples talentos. Gracias a Dios, desistimos oportunamente del despropósito. Los artículos de aquellos días, como lo son casi todos los suyos, estaban plagados de lugareñismos y direcciones telegráficas imaginarias que a nadie hacen gracia más allá de Fontibón: 'Chepemijo', 'Eddy', 'Pricrespo', 'Lor Parga', 'Gurropín', el 'Potecito Charry', 'Cher Barragán', 'Pototó', ¿qué podían decirles estos apodos a lectores extranjeros con un sentido universal del humor? ¿Cómo podíamos recomendar a nuestro amigo, como un émulo de un Camba, de un Gómez de la Serna, de un Daninos o de Shaw, a quienes las gentes pueden leer sin conocer a los personajes objeto de sus burlas? (...)
"Al celebrar el Tedeum de Acción de Gracias, no nos circunscribamos únicamente a pedirles moderación a los de abajo sino detengámonos un momento a meditar si son una muestra de amor al prójimo 30 años de vida consagrados a buscar el lado flaco de nuestros semejantes para convertirlos en el hazmerreír del resto de sus compatriotas".